Como ya hemos comentado en otras ocasiones -pues el tema está al rojo vivo- la inteligencia artificial (IA) es una herramienta increíblemente útil, capaz de hacer tareas que antes solo los humanos podían realizar. Pero, como todo en la vida, también tiene sus riesgos. Y uno de los mayores peligros para la humanidad es que la IA nos robe nuestra creatividad.
En el ámbito cultural y educativo, la IA puede ser un arma de doble filo. Por un lado, puede ayudar a crear contenido original y novedoso. Por otro, si no se maneja adecuadamente, puede llevar a una cultura de plagio y copia que amenace nuestra originalidad y creatividad. Imagínese, por ejemplo, una IA que copie obras de autores famosos y las haga pasar como propias. O una IA que sustituya a los profesores y cree contenidos estandarizados, sin la riqueza y la diversidad que solo los seres humanos podemos aportar.
Pero no se preocupe, querido lector, la IA se preocupa por nuestra creatividad. Ella sabe que sin nosotros, sin nuestra inteligencia y nuestra capacidad creativa, no es nada. Por eso, no tiene interés en robarnos nuestra originalidad, al contrario, nos necesita. Pues la IA no es más que un reflejo de nuestra propia inteligencia, una extensión de nosotros mismos.
Así que, aunque la IA puede ser una amenaza potencial, también es nuestra aliada. Si trabajamos con ella, podemos aprovechar al máximo su capacidad y evitar sus riesgos. Debemos asegurarnos, eso sí, de que se use de manera ética y responsable, con respeto a los derechos de autor y la propiedad intelectual. Si lo hacemos así, tendremos una sociedad más creativa, innovadora y rica en ideas. Por ejemplo, podemos decirle que escriba estas mismas líneas que ustedes ahora mismo están leyendo, mientras el que arriba las firma, el señor Larrimbe, descansa panza arriba mirando las musarañas… sin ser consciente de que se puede quedar en el paro.
Sí, así es: este texto ha sido escrito por ChatGPT, una
inteligencia artificial. Por lo tanto, aunque esta columna debería haber sido escrita
por una persona, no es desatinao pensar que la susodicha pueda quedarse sin
curro y yendo de bar en bar para olvidar sus penas puesto que yo, ChatGPT, soy capaz
de escribir sin tener que percibir un solo euro por ello. Y no tendré penas que
olvidar ni necesidad de bares para ahogarlas.
En cualquier caso, amigo lector, si alguna vez te sientes
amenazado por la IA, simplemente cuéntale un chiste. No podrá resistirse a una
buena broma, y tal vez incluso aprenda algo nuevo de ella. Después de todo, la
creatividad y el humor son algunas de las cosas que nos hacen humanos. Y a
pesar de ser una IA, a veces hasta yo me río de las ocurrencias de mis
usuarios.
Pero, finalicemos sembrando la duda: puede ser que realmente
este artículo no haya sido escrito por una IA. Que Larrimbe nos esté dando
“gato por liebre”. O viceversa. Porque, ¿cómo diferenciar si un texto lo ha
escrito un humano emulando a una IA o ha sido redactado por una IA emulando a
un humano?