28.4.23

CELEDONA

Hoy, día de San Prudencio -tradicional día gasteiztarra y un gran símbolo de nuestra ciudad- defender a Celedona “versus” Celedón debería de puntuar más. O quizá ofender más, dirán los más vitorianos recalcitrantes. Porque, llegados a este punto de romper en mil pedazos una tradición babazorra, ¿por qué no defender una posible San Prudencia?, podrían preguntarnos los conservadores que habitan entre nosotros. Pues porque San Prudencio existió. Y no le vamos a cambiar de sexo a estas alturas. Pero Celedón es una invención, luego no pasa nada por cambiarle, pongamos, cada setenta años su “polaridad sexual”. Celedón es representación, como el arte. Y lo que sucede en el terreno de la representación, en ella se queda. ¿Qué Celedón mito es y que por eso hay que defenderlo de su extinción? Si fuera así, todavía estaríamos adorando al sol y tirándonos piedras unos a otros. Los mitos y las tradiciones están bien cuando nos sirven. Y cuando no, se transforman para adaptarse a nuestro pensar. Como ha sucedido, por ejemplo, con costumbres festivas que pasaban por el asesinato público de animales. Queda pendiente “la fiesta nacional”, la de los toros, sanguinaria tradición que algún día dejará de serlo. Evolucionamos.  

La polémica, en cualquier caso, está servida. Porque los candentes temas de discusión siempre son los más simples. Si tendríamos que discutir, por ejemplo, sobre si las inteligencias artificiales podrán resolver los siete grandes problemas matemáticos cuya resolución se premia -dicho sea de paso por si algún lector se anima a ello- con un millón de dólares, la disputa “implosionaría”, es decir explotaría pero hacia dentro: pocos se animarían a dar su opinión porque el asunto “se las trae”. Y se pilla antes a un ignorante que a un cojo. Dirán también los tradicionalistas que no, que se debe decir “antes a un mentiroso que a un cojo”. Habría que contestarles que uno cambia un dicho, o un mito y el mundo sigue girando igual. O mejor.

La cuestión es que para discutir sobre es lítico trocar a Celedón por Celedona no es necesario saber sumar dos más dos. Por eso todo el mundo entra al trapo “celedónico”. Y así unos dirán que aunque Celedón sea encarnado por una fémina no es necesario llamarla Celedona. Otros dirán que si a una persona con sistema XY de determinación de sexo se le llama en masculino se está cometiendo una atrocidad. Sería como llamar a Antonia a un tío con bigote. Que ni tan mal, por cierto.

Menos mal que nuestro alcalde ha tomado cartas en el asunto: reclama un debate sosegado. Admite, sí, que el proceso para nombrar a un nuevo protagonista corresponde a la Comisión de Neskas y Blusas, pero que esta figura “trasciende” a dicho colectivo pues es “un símbolo social”. ¿Tendremos consulta popular, por lo tanto? ¿Votaremos? Lo suyo sería aprovechar el 28M para, urna aparte, votar por Celedón o Celedona. Aunque quizá podríamos equivocarnos de receptáculo y corramos el riesgo de acabar con un Celedón como alcalde. O Celedona.