Sin nuestros cinco sentidos estaríamos aislados del mundo exterior. Sólo gracias a ellos podemos comunicarnos con el mundo. Y también solo gracias a ellos, existe el arte. Aunque la mayor parte de todos esos ecos que nos llegan de exterior se abren paso hacia nosotros por la puerta de nuestros ojos. Éstos son nuestras herramientas sensoriales más potentes, que han ido evolucionando a lo largo de milenios para permitirnos apreciar la riqueza de formas y colores de un mundo iluminado por el sol. Pues somos bestias diurnas que necesitamos luz para apreciar la naturaleza y el arte. Un arte siempre creado a la medida de nuestros sentidos.
Leemos también gracias a nuestros
ojos. Comemos utilizando el gusto, pero éste se contamina de nuestras
sensaciones visuales como bien señala la expresión “Comer con los ojos”.
Los sonidos, en cambio, parecen
vivir en otra dimensión ajena a la visual. En ocasiones cuando escuchamos
música cerramos los ojos, como si lo que vemos fuera un ruido molesto. El
sonido no necesita, por lo tanto, de los otros sentidos. Aunque sumergidos cada
vez más en una cultura profundamente visual, tendemos a envolver la música con
ellos. Es el caso de los conciertos musicales, en los que la puesta en escena
es, literalmente, espectacular. El que acude a un concierto no sólo busca oír,
también quiere ver. Ver a los músicos, disfrutar de sus movimientos, de cómo
manejan virtuosamente sus instrumentos musicales envueltos en hipnóticos juegos
de luces sobre un imponente escenario.
“(H)amar” es un trabajo artístico
netamente auditivo realizado por Raúl Lomas, actual teclista del conocido grupo
musical vasco Doctor Deseo. Un trabajo que estos días puede “ser oído” en la
sala de exposiciones Luis de Ajuria de la fundación Vital, junto a otras piezas
seleccionadas en el certamen Arte Vital.
Lo primero que nos llama la
atención al entrar en contacto con “(H)amar” es que no vemos imágenes que
envuelvan sus sonidos. No hay, por lo tanto, “concierto musical”. Podríamos
catalogar a esta obra como “instalación sonora. Es la primera obra de estas características
premiada en la historia del Certamen Arte Vital o, de “su padre”, el Certamen
de Arte Alavés.
Raúl se autodefine como músico,
aunque en su trayectoria artística ha realizado trabajos audiovisuales en los
que el sonido convive con la imagen. Pero en esta ocasión se ha centrado en el
medio en el que más cómodo se expresa: el sonido. Como si la imagen, por lo
tanto, fuera un ruido.
“(H)amar”no tiene solo “padre”,
sino que también tiene una “madre”, la mujer de Raúl, Lur. Partiendo de un
poema escrito por ella y dirigido hacia su marido cuando su relación cumplía
diez años y ellos se encontraban temporal y espacialmente separados, Lomas pone
sonido, música, al texto de Lur. “(H)amar” es un diálogo entre amantes, por lo
tanto, realizado desde el arte que se abre así a los sentidos de los visitantes
que quieran ser “voyeurs” de la obra. O, en este caso, “oyentes”.