¿Cuál es el mejor museo de arte del mundo? ¿El Hermitage?
¿Tal vez el Prado? ¿Quizá el Louvre? ¿El Museo Metropolitano de Nueva York? ¿O el
Británico? Estos cinco museos siempre encabezan las subjetivas listas
redactadas por organizaciones de todo tipo. Aunque parece ser que últimamente
el listado que más se toma en consideración es el que elabora anualmente TripAdvisor,
la web estadounidense dedicada al mundo del turismo. El sitio de viajes
más grande del mundo, con casi
trescientos millones de visitantes anuales. Partiendo de los comentarios de
todo ese mogollón de gente, esta empresa concede anualmente unos premios –los
Traveller`s Choice- a los lugares del
mundo mejor valorados por los turistas. Estos se otorgan por categorías, como
pueden ser hoteles, destinos, playas, compañías aéreas… y museos. El año pasado
el galardón en este ámbito recayó, sorpresivamente, en el museo de Orsay de
París que alberga la mejor colección de pintura impresionista del mundo. “Sorpresivamente”
porque el museo más visitado del mundo no es éste, sino el Louvre. Con más de
diez millones de visitas el pasado año, este museo lidera desde hace muchos
años el ranking de museos más concurridos del planeta más allá de lo que
dictamine TripAdvisor.
¿Qué tiene el Louvre que lo hace tan especial para los
turistas? Ubicado en el palacio que fue residencia de los reyes de Francia -hasta
que el “Rey sol” se trasladó a Versalles en 1682- este museo alberga 300.000
obras anteriores a 1848, de las cuales pueden contemplarse cerca de 35.000.
Aunque, si lo comparamos con otro gigante museístico como es el Museo Británico
que atesora cerca de siete millones de objetos, el importante número de obras
no puede ser la razón de que el museo parisino tenga tan intenso imán. En
cualquier caso, si nos parásemos diez segundos a contemplar cada una de las
piezas expuestas, necesitaríamos cerca de cuatro días con sus respectivas cuatro
noches para contemplar toda la colección expuesta en el Louvre que, eso sí, es
el museo más grande del mundo en superficie. Grandeza que los turistas, por
término medio, atraviesan en dos horas. Podríamos también creer que su éxito se
debe a estar ubicado en el destino turístico mundial por excelencia, pero
tampoco esto es así: París ocupa el puesto
sexto en ese ranking.
Pensemos, por lo tanto, que es la enigmática sonrisa de la
“Mona Lisa” la que provoca que casi un millón de personas al mes se acerquen al
Louvre. Sonrisa que contrasta con las muecas de desagrado del personal que
atiende a esa marabunta de visitantes. Pues leíamos hace unos días que los
trabajadores del museo se declararon una huelga para protestar ante el aumento
del número de visitantes a la pinacoteca, que, entienden, dificulta su labor, y
cerraron el Louvre. Los vigilantes del Louvre dicen que no pueden más. "El
personal constata una degradación sin precedentes de las condiciones de visita
y de trabajo", denuncian. Y piden, sobre todo, que el público les respete.