“Estamos en un momento en que o nos juntamos o nos vamos al
garete”, declaraba hace ya seis años Joan Maria Gual, un referente ilustre del
teatro catalán y presidente de la Confederación de Artistas del Espectáculo
(ConARTE). Un ente que tiene como objetivo luchar por los derechos de los
trabajadores de la cultura del Estado en, explicaba Gual, “uno de los momentos
más delicados de la democracia”. “El poder teme que la gente sea más culta,
informada y libre y por ello pone
zancadillas al sector cultural. Vivimos uno de los momentos más delicados desde
la instauración de la democracia. Un pueblo sin cultura no crece, un país sin
cultura es un país paralítico”, aseguraba.
Hace unos días dicha confederación saltaba a los medios de
comunicación con motivo de su denuncia a otra confederación pero, claro está, muchísimo
más poderosa: la confederación europea de asociaciones nacionales de fútbol.
Ese decir: el máximo ente de este deporte en el continente europeo. ConArte
denunciaba a la UEFA ante la Inspección de Trabajo por solicitar el trabajo
voluntario de doscientos artistas en la final de la Champions que se disputará
el 1 de junio en Madrid. Lo hacía a través de un anuncio en el que pedía "200
voluntarios bailarines, deportistas y estudiantes de teatro y música para
participar en este espectáculo al aire libre acompañando a un artista
internacional de reconocido prestigio". En dicha proclama se explicaba
también la necesidad de que los dos centenares de voluntarios estuvieran
disponibles durante las dos semanas previas al partido para los pertinentes
ensayos. Según la UEFA esas personas tienen "la oportunidad de ser parte
de la final de la UEFA Champions, una experiencia única en la vida para
ellos".
¿Cuánto dinero reparte la UEFA en la Liga de Campeones
2018/21? Con unos increíbles ingresos de 3.400 millones de euros de esa bolsa
de dinero irán destinados a los clubs de la Champions la astronómica cifra de
1.900 millones. No es de extrañar por lo tanto que ConARTE vea
"abusiva" esta práctica de voluntariado dirigida hacia el maltrecho
sector del arte desde un organismo como la UEFA que nada en la riqueza. Y que,
además, goza de una serie de magníficos beneficios fiscales otorgados a través
de un “Real Decreto” aprobado por el Congreso hace unos meses pues la
exoneración del pago de impuestos es uno de los requisitos que exige a los
candidatos a albergar sus torneos. Es decir: si un país les niega esa “amnistía
fiscal” la UEFA no celebra ahí sus torneos.
De la misma manera que a veces somos conscientes de que si
compramos ciertos productos de ciertas empresas estamos incentivando la
explotación laboral de adultos y menores pertenecientes a países empobrecidos,
deberíamos también tomar buena nota de qué estamos haciendo cuándo asistimos a
un evento organizado por entidades que tiran de voluntariado cuando
perfectamente podrían pagar a todas las personas que lo hacen posible.