Artium ya tiene nuevo capitán –mejor dicho, capitana- para
ocupar el vacante puesto de su dirección. Lo tiene después de un proceso de
selección opaco en el que las buenas prácticas han brillado por su ausencia: el
patronato de nuestro museo ha sido el encargado de, previo concurso y cierto
asesoramiento, seleccionar al relevo del anterior director. Un patronato en el
que no hay representación de la sociedad civil ni de expertos en arte como
recomienda el “Documento de buenas prácticas en museos y centros de arte
contemporáneo”. Luego dicho concurso no cumple con ese código deontológico suscrito
por el Ministerio de Cultura. Por otra parte, sólo dos de las doce personas que
concursaron fueron entrevistadas para poder defender su proyecto. Una falta de
delicadeza hacia el grueso de candidatos, cuando menos, por parte del
Patronato. Lo que deja a nuestra provincia en mal lugar frente a personas, nos
consta, que ocupan puestos relevantes en otras instituciones culturales del
país
En cualquier caso, se inicia una nueva etapa para el buque
insignia de la cultura alavesa. Y quizá, además, veamos pronto como dicho patronato
se actualiza incorporando a patronos de la sociedad civil ajenos al mundo
empresarial. Pues recordemos que la colección de arte del museo nos pertenece a
todos los alaveses y no sólo a los organismos que aportan recursos económicos a
Artium. Con la incorporación de esas personas amantes del arte y no de las
finanzas, quizá la nueva dirección pueda encontrar un poco más de comprensión
en el seno del órgano gestor de Artium que la que disfrutó el director anterior
que, recordemos, no renovó su contrato por “cansancio”.
Durante estos días hemos leído en diversos medios las
opiniones de artistas y profesionales del arte sobre la nueva directora: como
sucede siempre que nuestro ecosistema cultural se agita por alguna causa que
pueda ser de interés mediático, éstos son llamados un tanto a bocajarro por el
“cuarto poder” para pulsar a bote pronto su opinión. Sin que tengan tiempo de
meditarlo un poco. Parece ser que, a priori, la nueva capitana es bien aceptada
por el endeble mundo de la cultura babazorra. Que no es poco. Obviamente, habrá
que esperar a conocer el proyecto de la directora para que se recojan opiniones
de más rigor. Para escuchar qué cambios, quizá mejoras, propone para Artium. Y cuáles de ellos o de ellas consigue llevar a
buen puerto. No lo tiene fácil. Pues las instituciones públicas que nutren a
Artium perseveran en impulsar –y además fallidamente- nuestro maltratado tejido
cultural desde una óptica meramente utilitarista. Es el mismo espíritu que está
apartando a la sociedad de los valores positivos y solidarios de la cultura.
Una cultura que, además, genera los necesarios espacios de oportunidad,
innovación y progreso. Artium es un gran buque, sí, pero necesita el apoyo
firme de las instituciones para navegar contra viento y marea. De sus
astilleros. Si no es así, poco importa qué capitán lo pilote.