Decíamos en su día que la ácrata revista de cómic de humor,
TMEO, cumplía -este 2017 que se va ahora- treinta tacos. Con sede en Gasteiz,
esta “rara avis” de las publicaciones impresas, ha festejado su larga
onomástica durante este año de manera. En julio pasado, se juntaron un tropel
de sus colaboradores procedentes de las más diversas ciudades del País Vasco y
del Estado. Y lo hicieron para zamparse un cordero regado por unos buenos vinos.
Ocasión que aprovecharon para, horas antes de la comilona, compartir diversas
anécdotas con el público asistente a la jugosa charla que ofrecieron en la
librería Zuloa. A la tarde, para hacer la digestión dibujando como todo buen
historietista que se precie como tal, en el espacio cultural Zas, realizaron un
cómic en vivo y en directo sobre las paredes de dicho local. Actividad que fue
amenizado con música en directo y acompañada también de un taller de “chapas”
realizadas con fragmentos de páginas de la publicación. Un par de meses
después, en octubre y también en Zas, uno de los dibujantes de TMEO más
veterano, Simónides, nos ofreció todo un repertorio de sus ilustraciones,
cuadros, catálogos, libros… Material que
desplegó sobre las paredes del espacio. Ya en noviembre, TMEO viajó al Salón de
Cómic de Getxo. Una cita ineludible para cualquier fan del noveno arte. Ahí
desde su stand vendieron algo de su “mercancía”: 143 números de la revista TMEO
y cerca de 50 álbumes publicados. Además de todo esto, obviamente, han editado
y distribuido sus números habituales.
Y así, esta publicación pergeñada en colectivo, sin jefes,
acaba de sacar a la calle su último número de este año. Como es habitual, una
vez más se mofan de todo y de todos. Patentizando que los historietistas que
alimentan regularmente los contenidos del TMEO han encontrado en esa
publicación la libertad que no han hallado en ningún otro medio. Pues si TMEO fuera una revista digital, continuamente
le lloverían denuncias, quejas, de cualquier colectivo o individuo que se
considerara ofendido. Y si fuera una revista comercial, de enorme tirada y grandiosa
distribución, le sucedería otro tanto. Ya hemos visto el caso de la revista El
Jueves, por ejemplo.
TMEO sobrevive gracias a las personas que lo compran.
Personas que son capaces de pagar cuatro euros por adquirir un producto libre,
sin autocensuras. Porque todos pertenecemos a una o a varias categorías
sociales, culturales, biológicas, políticas contra las que TMEO arremete. En
ese sentido el comprador de TMEO también es una persona libre como la propia
revista. ¿Cuándo desaparecerá TMEO? Cuando las personas librepensadoras dejen
de existir. Puede parecernos imposible que esta funesta circunstancia distópica
se dé algún día, pero al paso que vamos, no podemos afirmar lo contrario. Nunca
hemos vivido en un mundo tan compartimentado en cuanto a pensamiento se
refiere: sólo vemos, oímos y leemos lo que refuerza nuestras ideas. El TMEO es
un antídoto contra esa epidemia.