Estos días podemos visitar en el Depósito de Aguas -dentro
de una muestra dedicada a analizar las conexiones existentes entre el cómic y
el rock de cuño "vascochentero" (Rockomikiak)- una exposición sobre la
irreverente revista TMEO, pues a esta publicación se le ha dedicado un apartado
especial dentro de Rockomikiak. Y así, en un amplio espacio del recinto, nos
encontramos con una selección de portadas, “contras”, anuncios, bocetos,
textos… del TMEO. Y, también, con dibujos originales -realizados a gran escala
y directamente sobre las paredes- pergeñados por la plana mayor del TMEO (Mauro
Entrialgo, Ata, Abarrots y Furillo) que aportan frescura visual al recorrido
“temeístico”.
Aunque seamos objetivos: el TMEO nunca se ha definido
claramente en el ámbito musical. Síntoma de ello es que esta publicación no
tiene actualmente una sección específica dedicada al mundo música. Es verdad
que en ocasiones sí que se han reseñado –y reseñan- en su interior algunos
trabajos de bandas musicales amigas. Y que Kike Turmix durante unos años mantuvo
en funcionamiento un espacio dedicado a la música. Pero estas reseñas musicales
han tenido menos peso específico que las realizadas sobre revistas, cómics, fanzines
de gente cercana a esta irreverente revista.
En el TMEO también se han publicitado -a través de anuncios
realizados por sus dibujantes y publicados en esta publicación- algunos grupos
rockeros. Y obviamente, en las historietas que componen el grueso de la
revista, la música ocupa temáticamente su lugar, aunque no de una manera tan
relevante como para poder ser tomada como una seña de identidad “temeística”.
La realidad es que la mayor vinculación del TMEO con el
mundo del rock se ha dado fuera de la revista: unos cuantos “temeolaris” han
realizado un considerable número de colaboraciones para grupos musicales vascos.
Podríamos señalar, por ejemplo, la
portada realizada por Santi Orue del disco de La Polla Records "No somos
nada (1987). También es digno de mencionar el cartel realizado por Mikel
Valverde anunciando el primer concierto que dio Potato en Landazuri (31 de
diciembre de 1984). Sin olvidarnos de la portada del disco “Salda Badago” de Hertzainak,
realizada por Álvarez Rabo (1988).
Por otra parte, también algunos dibujantes del TMEO han
hecho sus incursiones en el mundo de la música. Como Mauro Entrialgo, formando
parte del grupo Fat Esteban (1992-96). O Jokin tocando la rascadera con “Cojón
Prieto y los Guajalotes” (1990-95). Y no podemos dejar de mencionar a Palli,
que fue la voz de “Que ancha es Castilla” (1986-1993).
“Rockomikiak” es una muestra que hay que visitar cargados de
energía para procesar sus contenidos y poder así revisitar espacios neuronales
de nuestra memoria reciente. Una memoria que es necesario mantener viva. Y, por
otra parte, para las generaciones más jóvenes que no vivieron los años ochenta
en Euskadi, la muestra les ofrece la oportunidad de sumergirse en una época de
ebullición de la cultura popular. Una época en la que tocar en un grupo o poner
en marcha un fanzine eran cuestiones vitales.
