Hasta el 3 de mayo, podemos visitar -en el Depósito de Aguas
de Montehermoso- la exposición Rockomikiak.
Se trata de una muestra que quiere tratar, revisitar, el borbotón cultural
y social que tuvo lugar en Euskadi a lo largo de los efervescentes y tumultuosos
años ochenta. Un borbotón expresivo que, también, se dio en el resto del
Estado. Aunque aquí tuvo unos matices,
unas características propias, una intrínseca personalidad que es lo que Rockomikiak quiere reflejar en el
recinto de Montehermoso.
La muestra -centrada en mostrar las conexiones que se dieron
entre el rock y el cómic – no puede dejar de hablar de una época en la que una
generación muy numerosa de jóvenes vascos -los nacidos en los sesenta, es decir
durante el baby boom- necesita
expresarse. Y lo hace a través de la cultura popular. Buscando en ella una
manera fresca y muy potente de comunicarse. Una manera cimentada en el
"hazlo tú mismo" o, como mundialmente se conoce, en el D.I.Y
(acrónimo de Do It Yourself). Esta
generación utiliza diferentes medios: la música, la historieta, los fanzines,
incluso las artes plásticas y escénicas. Pero impera el mestizaje: la mayoría
no se definen en un solo medio y componen, dibujan, escriben, producen, coordinan… dándose muchas conexiones entre estos
emergentes agentes culturales. Algunos de ellos, contraculturales, alternativos,
amateurs, undergrounds. Pues son jóvenes que, sobre todo, se interrelacionan en
la calle, en los bares, conciertos,
librerías, tiendas de discos... Por no hablar de los múltiples espacios
alternativos – o infraestructuras marginales, entendiendo “marginal” como todo
aquello que se construye al margen de “la norma”- que ellos mismos van
habilitando: Gaztetxes, radios libres, etc. Este fenómeno de explosión cultural
es contaminada en profundidad por ciertos acontecimientos y manifestaciones
sociales: insumisión, okupación,
nacionalismo, ideas libertarias... Pues de lo que se trata es de hablar de lo
que en esos momentos acontece aquí -en el territorio y a pie de calle- y preocupa a esta
generación de jóvenes. Y, por otra parte, no hay que olvidar que la necesidad
también de expresarse en la lengua propia, en euskera, es un factor que muchos
de ellos tienen en cuenta.
Pero la exposición no es una muestra ortodoxa de material de
archivo de esa época, sino que busca la implicación del visitante: hay una zona
de lectura de material de la época y también un espacio de creación de fanzines
(hay facsímiles de fanzines que pueden ser fotocopiados, grapados...). Y
también el público puede dejar su aportación: dibujando en una de las paredes
algo relacionado con la temática de la muestra.
Rockomikiak no deja
de ser el contrapunto, otra versión, de dos exposiciones que hace poco tiempo
hemos podido visitar en nuestra ciudad: Baby
boom, juguetes para todos y ¡Quieto
todo el mundo! Comienza la movida. Dos muestras mucho más amables, triviales
y menos arriesgadas en su planteamiento que Rockomikiak.
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