En estas fechas festivas, las calles resuenan con un común deseo: "¡Feliz año nuevo!". Sin embargo, ¿nos hemos detenido a reflexionar sobre qué implica realmente la felicidad y por qué nos deseamos con tanto empeño vivir un feliz año y no otro estado de animo?
La felicidad es un concepto complejo y subjetivo lleno de matices, una meta esquiva que todos ansiamos pero que a menudo se nos escurre de entre los dedos como un destello de luz. Nos deseamos felicidad sin tener una idea clara de lo que significa para cada individuo. ¿La felicidad consiste en tener una abultada cuenta bancaria, encontrar a nuestra “media naranja”, alcanzar el éxito profesional o, quizás, tener una salud de hierro? La respuesta varía de persona a persona. Pero como escribía el poeta Ralph Waldo Emerson, “La felicidad es un perfume que no podemos esparcir sobre los demás, sin que caigan algunas gotas sobre nosotros mismos”.
En medio de estas reflexiones, surge la pregunta: ¿deberíamos reconsiderar nuestros deseos estacionales y optar por expresiones como "¡Próspero año nuevo!" o "¡Pleno año nuevo!"? Tal vez la paz, la plenitud o el desarrollo personal sean deseos más alineados con una comprensión más profunda de lo que realmente anhelamos para nosotros y para los demás.
La plenitud humana, tan buscada pero a veces malinterpretada, está intrínsecamente vinculada al desarrollo personal. Y es aquí donde entran en juego la creatividad y el arte como elementos fundamentales para nutrir nuestras vidas. Desarrollarnos como personas implica explorar nuestra capacidad creativa, permitiendo que brote y nos guíe hacia una existencia más intensa.
La creatividad no se limita al lienzo de un artista o al pentagrama de un músico; está en todas partes de nuestra vida. Es como esa chispa que ilumina el camino para resolver los problemas diarios y la fuerza impulsora que incita el progreso humano. Como decía Albert Einstein, "La creatividad es la inteligencia divirtiéndose". A través de la creatividad, podemos reinventarnos, ver el mundo desde nuevas perspectivas y encontrar alegría en el proceso continuo de aprendizaje que es vivir.
El arte, por su parte, actúa como un espejo de nuestra humanidad, reflejando nuestras emociones, luchas, triunfos y fracasos. A través del arte, encontramos la posibilidad de conectarnos con lo más profundo de nosotros mismos y de los demás. En la apreciación y creación artística, descubrimos caminos para expresar lo inexpresable, y esto, a su vez, contribuye a nuestro desarrollo personal.
En este inicio de año, ¿por qué limitarnos a deseamos simplemente un año nuevo feliz? Propongámonos también un año lleno de plenitud y creatividad. Anhelémonos la valentía de explorar nuevos enfoques, de abrazar nuestras singularidades y de permitirnos evolucionar como individuos, demostrando audacia al asumir riesgos. Al enfocarnos en nuestro desarrollo personal, la creatividad y el arte se erigen como aliados poderosos en nuestra búsqueda de una vida significativa.