18.11.22

LEONINAS

Contaremos el pecado pero no mentamos al pecador: hace unos días, los responsables de una sala expositiva municipal de una población del País Vasco hacían llegar por correo electrónico a diversos agentes culturales unas bases de participación para que las difundieran entre sus conocidos. Unas bases dirigidas a artistas que deseen exponer en dicho espacio. De esa manera la sala programa un ciclo de exposiciones durante el año 2023 al completo. En principio, nada que objetar: no deja de ser un concurso en el que los “premios” son exposiciones.

Pero la cuestión es que dichas bases no respetan las buenas prácticas en el sector de las artes visuales: los artistas no reciben honorarios por su trabajo e incluso recae en ellos la labor de montaje y desmontaje de sus exposiciones. También correría a su cuenta los gastos de transporte de las obras expuestas. Incluso se les exige aportar una fianza previa, por si ocasiona algún desperfecto en la sala. Es decir: los costes de cualquier posible arreglo los tienen que cubrir los propios artistas. Los responsables de la sala pueden también unilateralmente modificar las fechas en las que se desarrollan las exposiciones acordadas con los artistas. Por otra parte, no aseguran ni las obras expuestas ni al propio artista. Obviamente les preocupa más el daño que pueda ocasionar el artista a la sala expositiva que los daños que pueda sufrir el propio artista que puede lesionarse, por ejemplo, mientras monta o desmonta su propia exposición. También si el artista no cumple con los plazos de inauguración o desmontaje de la muestra, o se retrasa en la retirada sus obras expuestas en el espacio una vez la muestra se ha clausurado, se le multará con treinta euros por día de demora. También queda prohibida la venta de sus obras.

Para dicho Ayuntamiento los artistas deben de ser, por lo tanto, de otro planeta. Un planeta en el que aún existe la esclavitud. No tienen derechos. Se les llama para que trabajen y no se les paga. ¿En qué otro sector sucede esto? Si convocara, verbigracia, un concurso público para contratar a una persona que limpiara el suelo de esa sala expositiva pública, ¿aceptaría dicho Consistorio que no existiera un contrato por medio, que el trabajador laborara gratis, sin asegurar y que aportara los propios materiales de limpieza?

El arte es una actividad económica. El artista tiene que darse de alta en el IAE, y también como autónomo.

De igual modo que cuando una institución contrata a un músico para que realice un concierto en un espacio público o a un grupo de teatro para que despliegue una obra escénica, el mismo trato debería recibir un artista plástico. Pues el artista, al igual que un músico o actor, realiza un trabajo para una institución, que es producir una exposición abierta al público. Luego, obviamente, el artista tiene que cobrar por ello y emitir la factura correspondiente porque está realizando un servicio. Multitud de museos, centros culturales... así lo entienden y así lo hacen.