6.1.23

REGALOS

Hoy, han llegado los Reyes Magos de Oriente. En latín, “regalis” significa rey o realeza. Así que la “realeza maga” nos trae regalos.

El acto de regalar, dicen, no deja de ser una manera de transmitir afecto. Así nos lo han enseñado en casa y en el “cole”. Regalar es una herencia cultural, suponemos: nuestros padres, familiares, amigos nos obsequiaban con algo de vez en cuando. En fechas señaladas, en nuestros cumpleaños… En resumen: hemos heredamos la inmaterial costumbre de demostrar nuestros afectos de manera material.

Pero a veces es necesario replantearse qué herencias nos regalan nuestros ancestros para discernir si tenemos que aceptarlas o renunciar a ellas. Tanto si optamos por el “sí, quiero” o por el “no, quiero”, lo enriquecedor es la reflexión previa a esa plebiscito interno. Para no dejarnos llevar por las inercias culturales que nos vienen de un pasado remoto en el que nosotros no pintábamos absolutamente nada porque no habíamos nacido. Decidamos ahora. Es necesaria la cultura de la reflexión y la reflexión sobre cultura para, como dice el dicho actual “llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos”.

Aunque, ¿realmente regalamos por costumbre? ¿Por inercia cultural? ¿Por eso dejamos para el último momento ese regalo de cumpleaños de nuestra madre, padre o pareja y pillamos lo primero que encontramos, de prisa y corriendo, en los grandes almacenes más cercanos? Regalar así, por compromiso, por obligación, puede ser una herencia estresante de la que igual hay que “pasar”.  

Dicen los expertos que regalar genera más placer que recibir un obsequio. Pero, ¿por qué se disfruta con el acto del regalo? Lo lógico sería que en una sociedad de consumo obtener algo gratis fuera más placentero que gastar nuestro dinero en un obsequio. Pero no: cuando regalamos algo a alguien generamos esas sustancias químicas de la felicidad que tanto buscamos en la vida: serotonina, dopamina, endorfinas, oxitocinas… Nuestro propio cuerpo nos premia con el acto del regalo. Pero sigamos preguntando, como los niños: ¿por qué? Continúan explicando los expertos que no saben a ciencia el por qué. Debe de ser algo evolutivo, conjeturan. Como cuando un gato nos trae “de regalo” algo que ha cazado. Regalar es bueno para la supervivencia de la especie humana, en resumen.

Aclarémonos: ¿regalar es cuestión cultural o un programa que llevamos en nuestros genes? Si se trata de lo primero, está claro que podemos vivirlo como una carga teñida de consumismo de la que podemos desprendernos. Si pensamos lo segundo, formaría parte de nuestra condición humana, luego lo lógico sería disfrutar de ello: nos hace más personas. Como el amor o la amistad. Eso sí: para ese disfrute no es necesario tirar de tarjeta Visa. Aprendamos de los niños, que son capaces de regalarte un dibujo realizados por ellos mismos como si fuera un gran tesoro. Hay que recuperar, por lo tanto, el obsequio como un acto de afecto sin sentirnos obligados a regalar o en deuda por aceptar un presente.