Este último mes del año nos trae consigo una agenda cultural repleta de actividades gestionadas por asociaciones culturales. Todas ellas integradas por ilusionados -e ilusionantes- artistas entusiasmados por orquestar esas nutritivas iniciativas que despliegan en nuestra ciudad. ¿Por qué diciembre?, nos podríamos preguntar. Mes que, en principio, no parece ser el más idóneo para que los ciudadanos se animen a escurrirse fuera de sus cálidos hogares. ¿Quizá porque se acercan las fechas navideñas y el personal quiere despedir el año envolviéndose como una croqueta con el pan rallado del arte y cultura? La respuesta no es ésta, sino otra que puede parecernos un tanto pueril: porque es el mejor mes para desarrollar actividades sufragadas con subvenciones públicas. La cuestión es la siguiente: las convocatorias públicas destinadas a apoyas a las asociaciones culturales suelen lanzarse a mediados del año y resolverse, en la mayoría de las ocasiones en sus postrimerías. Por tanto, si somos un colectivo que quiere poner en marcha, por ejemplo, un festival de teatro, no podemos arriesgarnos a realizarlo en verano. Porque puede pasarnos que, una vez lo hallamos puesto en marcha, nos contesten después que no vamos a recibir la ayuda solicitada. Es por eso que las mejores fechas para programar desde un colectivo cultural una actividad coinciden con el invierno.
Algunos podrán pensar que hay asociaciones culturales que
viven de dejar seca la teta institucional. Eso es porque no han visto las
cuantías económicas con las que se apoya a dichas entidades. Por otra parte,
las ayudas pensadas para aquellas, por las leyes en las que se enmarcan, no
suelen cubrir la totalidad del conste de las actividades que han tenido la
suerte de ser subvencionadas. El porcentaje mínimo de gastos que el propio
colectivo suele asumir suele ser de una cuarta parte. Obviamente no es lo mismo
solicitar ayudas para desplegar dos o tres días de teatro, que presentar un
proyecto para programar en un espacio expositivo todo un año. Por lo tanto
persona alguna de una asociación cultural puede estar “liberada” todo el año
para la organización, por ejemplo, de un festival. Las personas encargadas de
ponerlo en marcha podrán percibir unos honorarios puntuales que les cubren sus
gastos durante el desarrollo de las actividades. Y eso, con mucha suerte.
Porque en ocasiones gran parte de la ayuda se destina a sufragar la propia
actividad. Otra cuestión son esos eventos multitudinarios gestionados por
empresas y no por colectivos que todos conocemos. Ahí, las ayudas son más
generosas porque, se supone, generan turismo cultural.
Tomen nota y “googleen” para conocer todos los detalles de
este cálido menú invernal que se desarrolla ya mismo: el congreso de artistas “Inmersiones”,
las jornadas “Monstrenkas” y el “Mazoka”. Arte contemporáneo, teatro e
ilustración, respectivamente. De mano de
artistas, actores e ilustradores, también en ese orden. Repetimos: estos días.