11.4.19

HUMANIDADES


En un mundo orientado hacia la riqueza material, y no cultural o del espíritu, parece ser que elegir la literatura, la filosofía o el arte como profesiones es una especie de suicidio laboral. Se habla mucho, por lo tanto, de la crisis en la sociedad actual de los saberes, estudios, disciplinas,  que versan sobre las humanidades.  Y así, con las reformas educativas en EGB y en Bachiller que vamos sufriendo, como ya hemos señalado en otras ocasiones, en las que se apoyan las materias llamadas “instrumentales” en detrimento de las humanidades, éstas se han refugiado en los ciclos superiores, pues, sorpresivamente, no han perdido su imán entre los estudiantes universitarios. Según el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, estas áreas aumentan el porcentaje de alumnos matriculados entre 2004 y 2015. Además, curiosamente y en contra de la creencia popular, los expertos señalan que la tasa de trabajo entre los titulados en sectores humanísticos no es marcadamente más baja que las de otras áreas. Lo que sucede es que el graduado en humanidades ya no trabaja directamente en su sector, sino en otros. El titulado en esas materias tiene recursos fundamentales en cualquier área ajena al suyo en el que se valore la creatividad, imaginación, flexibilidad mental, el pensamiento crítico, la apertura intelectual, la capacidad de aprender o la curiosidad. Es el caso, especialmente, de las nuevas tecnologías. Y así, diversos estudios ponen sobre la mesa una realidad: las empresas tecnológicas norteamericanas más importantes reclaman más número de empleados y colaboradores con formación en Humanidades o artes. La cuestión, básicamente, es que muchos proyectos empresariales necesitan de personas que conozcan la realidad de sus clientes: la cultural y la emocional. Con esa idea, dos universidades españolas han casado las humanidades y las ciencias en una carrera de cuatro años con el objetivo de enseñar a los estudiantes a manejarse tecnológicamente pero adquiriendo también conocimientos humanísticos, artísticos e incluso psicológicos. El decano de la nueva Escuela de Ciencias Humanas y Tecnología, declaraba: “El entendimiento del ser humano y sus hábitos es clave para diseñar nuevos productos y servicios. El reto es aplicar la tecnología con sentido humanístico”. Y en este tipo de nuevas carreras se ejercita, por lo tanto, la creatividad y la capacidad de innovar.
¿Las humanidades al servicio del capital o el capital al servicio de las humanidades? Porque más allá de estudios y carreras aplicadas para generar beneficios económicos, los conocimientos en arte, literatura, filosofía tienen valor por sí mismos: nos ayudan a vivir más plenamente.
Como decía el poeta, uno de los grandes errores del sistema educativo es divorciar las humanidades de las ciencias pues todas ellas no dejan de ser maneras distintas de entender nuestra realidad. Que la humanidad es el corazón de la ciencia, y el de la ciencia, la humanidad. No lo partamos en dos.