Dos siglos han pasado desde que el célebre pintor Francisco
de Goya se instalara, sin amigos, sordo, a la afueras de Madrid en la finca
llamada “La quinta del sordo”.
Avanzado a su tiempo, Goya fue padre del arte de vanguardia
y claro precursor del futuro impresionismo. Pintor de la corte de Carlos VI,
retrató a nobles y aristócratas. Pero su obra da un giro cuando las tropas
napoleónicas invaden España. Goya retrata la guerra con obras trágicas y
dramáticos como “El 2 de mayo”, “Los
fusilamientos del 3 de mayo” o la serie de grabados titulada “Los desastres de
la guerra”. El artista, por haber trabajado para José Bonaparte, cayó en
desgracia tras la restauración de Fernando VII y se retira de la vida pública. Hay
que recordar que Goya era partidario de modernizar profundamente España, lo que
le llevó a alinearse con los ilustrados, después con los afrancesados y,
finalmente, con los liberales. En 1819, ya sordo tras sufrir años atrás una enfermedad
originada por intoxicarse con el “blanco de plomo” con el que pintaba sus obras,
el artista adquiere la Quinta del Sordo y realiza en sus muros interiores
catorce murales de gran tamaño. Obras que son conocidas como “Pinturas negras”,
de tonos oscuros, grises, marrones… y realizadas con grandes trazos. El colorismo
y romanticismo de sus primeras obras desaparecía asi totalmente para dar paso a
su trabajo más personal, misterioso y lúgubre. Obras de gran fuerza, de enorme
impronta que anticipan los múltiples movimientos
que marcarían el siglo XX. En los 14 murales, Goya no busca la belleza, es más,
se recrea en la fealdad, la vejez, la muerte o la locura.
Con la reinstauración del Antiguo Régimen, Goya, huye de la
represión en 1824 con la excusa de visitar unos baños terapéuticos en Francia
para curar su enfermedad, pero se traslada a Burdeos, falleciendo allí cuatro
años después. Treinta años después, el nieto de Goya vende la “Quinta del
sordo”. Ya en de las pinturas murales de Goya se trasladan a lienzos
mostrándose en la Exposición Universal de París de 1878. Finalmente son donadas
al Museo del Prado en 1881 dónde actualmente pueden ser visitadas,
De las catorce obras realizas por Goya en su época oscura,
la más cruenta, la más negra, es sin duda “Saturno devorando a su hijo”. Saturno
se nos muestra como un viejo loco, comiéndose a su hijo que aparece mutilado. Una
obra, por lo tanto, que plasma una escena en la que canibalismo e infanticidio
se dan cita. Pero que encierra una interesante metáfora. Recordemos que
Saturno, dios romano corresponde al griego Cronos, dios del tiempo. Un, dios,
un tiempo que lo devora todo a su paso, que todo los destruye.
Y con motivo del bicentenario de esta obra el espacio
alternativo Zas Espazioa dedica al concepto tiempo una serie de actividades que
arrancaron ayer mismo y que se prolongarán hasta finales de abril. Una buena
ocasión ésta para que todos reflexionemos sobre esa sustancia universal que se
nos escurre día a día entre los dedos.