15.4.19

BICENTENARIO


Dos siglos han pasado desde que el célebre pintor Francisco de Goya se instalara, sin amigos, sordo, a la afueras de Madrid en la finca llamada “La quinta del sordo”.
Avanzado a su tiempo, Goya fue padre del arte de vanguardia y claro precursor del futuro impresionismo. Pintor de la corte de Carlos VI, retrató a nobles y aristócratas. Pero su obra da un giro cuando las tropas napoleónicas invaden España. Goya retrata la guerra con obras trágicas y dramáticos como “El 2 de mayo”,  “Los fusilamientos del 3 de mayo” o la serie de grabados titulada “Los desastres de la guerra”. El artista, por haber trabajado para José Bonaparte, cayó en desgracia tras la restauración de Fernando VII y se retira de la vida pública. Hay que recordar que Goya era partidario de modernizar profundamente España, lo que le llevó a alinearse con los ilustrados, después con los afrancesados y, finalmente, con los liberales. En 1819, ya sordo tras sufrir años atrás una enfermedad originada por intoxicarse con el “blanco de plomo” con el que pintaba sus obras, el artista adquiere la Quinta del Sordo y realiza en sus muros interiores catorce murales de gran tamaño. Obras que son conocidas como “Pinturas negras”, de tonos oscuros, grises, marrones… y realizadas con grandes trazos. El colorismo y romanticismo de sus primeras obras desaparecía asi totalmente para dar paso a su trabajo más personal, misterioso y lúgubre. Obras de gran fuerza, de enorme impronta que anticipan  los múltiples movimientos que marcarían el siglo XX. En los 14 murales, Goya no busca la belleza, es más, se recrea en la fealdad, la vejez, la muerte o la locura.
Con la reinstauración del Antiguo Régimen, Goya, huye de la represión en 1824 con la excusa de visitar unos baños terapéuticos en Francia para curar su enfermedad, pero se traslada a Burdeos, falleciendo allí cuatro años después. Treinta años después, el nieto de Goya vende la “Quinta del sordo”. Ya en de las pinturas murales de Goya se trasladan a lienzos mostrándose en la Exposición Universal de París de 1878. Finalmente son donadas al Museo del Prado en 1881 dónde actualmente pueden ser visitadas,
De las catorce obras realizas por Goya en su época oscura, la más cruenta, la más negra, es sin duda “Saturno devorando a su hijo”. Saturno se nos muestra como un viejo loco, comiéndose a su hijo que aparece mutilado. Una obra, por lo tanto, que plasma una escena en la que canibalismo e infanticidio se dan cita. Pero que encierra una interesante metáfora. Recordemos que Saturno, dios romano corresponde al griego Cronos, dios del tiempo. Un, dios, un tiempo que lo devora todo a su paso, que todo los destruye.
Y con motivo del bicentenario de esta obra el espacio alternativo Zas Espazioa dedica al concepto tiempo una serie de actividades que arrancaron ayer mismo y que se prolongarán hasta finales de abril. Una buena ocasión ésta para que todos reflexionemos sobre esa sustancia universal que se nos escurre día a día entre los dedos.