Mañana, en Amárica, se inaugura la segunda edición de
Viphoto. Viphoto es una feria en la que fotógrafos vascos exponen y venden sus
fotos al público. La selección se realiza a través de una convocatoria lanzada
por la Sociedad Fotográfica Alavesa. Esto es: hay unas bases y un jurado. Lo
que los organizadores intentan conseguir, según explican en sus bases, es “…derribar
las barreras de accesibilidad que existen para la venta de Fotografía, proponiendo
un evento donde cada fotógrafo/a expositor/a, artista o grupo fotográfico tenga
su propio espacio en contacto directo con el público. VIPHOTO busca generar un
acercamiento entre las personas con inquietudes artísticas (pero que no acostumbran
a visitar galerías) y las prácticas artísticas contemporáneas, especialmente de
jóvenes emergentes. También, propiciar nuevos vínculos entre artistas y
público. De esta forma, se facilita la formación de redes que permitirían
materializar nuevos proyectos a lo largo del año. VIPHOTO busca ser un espacio
relajado y cálido donde ofrecer objetos artísticos originales a precios
accesibles, con la intención de promover el consumo de arte, facilitando la
producción local y su puesta en valor en nuestro entorno”. Interesante
propuesta, por tanto.
El lema que hay impreso en sus bases lo han acuñado casando dos
preguntas: “¿Artista? ¿Fotógrafo?” Me llama la atención este lema. Porque da
pie a reflexionar sobre “la madre del cordero”. Esto es: qué entendemos hoy en
día por arte. Es obvio que el medio en el que alguien trabaja (pintura,
fotografía, escultura, instalaciones, performances…) no legitima que algo sea
arte. Pero me parece curioso que muchos que eligen la fotografía como vehículo
de expresión aún, hoy en día, se planteen si son o no artistas. Quizá su duda
emerja de su modo de trabajo: son muchos los fotógrafos que realizan trabajos
comerciales que compaginan con otros más
personales, considerando estos últimos como más dotados de artisticidad. Quizá éstos
crean que enmarcando una foto, exponiéndola, poniéndola un precio, convierten
su trabajo en arte. Cuando lo único que están haciendo es copiar ciertos
funcionamientos extraídos del mundo del arte comercial. Esto es un error. Pues
existen, por ejemplo, multitud de fotógrafos, como es el caso de los
fotorreporteros, que son apreciados simplemente por hacer fotos. Algunos de
ellos han muerto persiguiendo una foto arriesgada. Su obsesión por captar, por
ofrecernos una realidad que de ninguna otra manera hubiésemos podido nosotros
contemplar, incluso por denunciar ciertas situaciones, es encomiable. Da igual
que esa fotografía sea o no considerada socialmente como arte. Y, desde luego,
da igual que esa fotografía esté enmarcada o no, que se exponga o no en una
galería y que tenga o no un precio de venta al público. Podríamos decir que son
obras que están por encima del arte comercial. Por eso mismo son buen arte. O
buena fotografía. Que es lo mismo.