Un fin de año más, nuestros equipos de gobierno presentan
los presupuestos de rigor con los que sus respectivas instituciones funcionarán
al año siguiente para dar servicio a la ciudadanía. Acometer la faena de leer
un presupuesto institucional es empresa tan ardua como afrontar la tarea de
leerse las cartillas de ahorros de un centenar de ciudadanos –o quizá miles,
dado los pocos movimientos que muchas de ellas tienen últimamente-, pero, si
pasamos ese trance, podemos llegar a enterarnos de por dónde van los tiros de
los intereses de nuestra gobernanza. Y de sus desintereses.
El presupuesto de nuestra Diputación, por ejemplo, ya está a
punto de caramelo para su debate final. Queda en aquel patente que la cultura no
es algo que le interese a nuestra diputación. Y eso que estos dos años
anteriores se anunció con bombos y platillos la redacción de un plan
estratégico en materia de cultura. Por fin tendríamos una hoja de ruta para
sacar a nuestra provincia de su ostracismo cultural. Bien, ya está en marcha.
Sobre papel, todo “OK”. Podemos leer en su web: “El Plan Estratégico de Cultura
2017-20 de Álava presenta el enfoque general central que inspira las
actuaciones específicas de planificación que se llevarán a cabo en los
diferentes ámbitos culturales del Departamento de Euskera, Cultura y Deporte de
la D.F.A”. Pero claro, para realizar actuaciones es necesario contar con una
dotación económica acorde a lo planificado. Y éste no es el caso. Lo que se ha
hecho es mover partidas, proyectos, ya existentes para vestir a un santo
desnudando a otro. La dotación económica con la que cuenta el susodicho plan es
casi gemela a la de su redacción. Por otra parte, si el presupuesto general de
la Diputación ha subido respecto al año anterior un tres por ciento, el área de
cultura no llega al dos. También hay que
tener en cuenta que los sueldos de los funcionarios suben un uno y medio. Se
patentiza que la cultura no da votos. Por lo tanto a nuestra Diputación se la trae
al pairo abonar el tejido cultural. Cuestión
esta que cambiaría si los ciudadanos reclamaran más cultura y aceptaran menos
“pan y circo” a cambio. Lo curioso es que nuestras diputaciones vecinas –la
guipuzcoana y vizcaína-, sí que apuestan claramente por la cultura. Apoyan su
ecosistema cultural. Parte de una realidad: en todo ecosistema próspero tan
importante es el papel de la hormiga como el del león. Pero por estos lares
sólo queremos leones. Los que nos encajan los “vendemotos”. Y así nos va. A
pesar de ello, todavía nos sorprendemos con las iniciativas de nuestros
artistas que llevan a cabo propuestas de calidad financiadas con un puñado de
euros. No desfallecen. Es el caso del
festival “Intacto”. Un festival cuyo objetivo es acercar los trabajos de nueva
creación de los artistas escénicos a la ciudadanía gasteiztarra. Un festival
que nació hace siete años apoyado por la extinta “hormiguita” Asamblea de
artistas Amarika. Un festival que se despliega estos días en nuestra ciudad.