Una y mil veces hemos dicho en esta columna que una de las
grandes víctimas de esta crisis es la cultura. Los recortes en el ámbito cultural
son totalmente desproporcionados. Pero a la ciudadanía en general que la tijera
recaiga sobre la cultura no le parece ni tan mal. Así que el panorama con el
que nos encontramos es el siguiente: una mayoría de ciudadanos entienden que ahora
mismo hay otras prioridades. Así que pocos se quejan, nos quejamos cuando se recortan
los presupuestos de bibliotecas, museos, auditorios, teatros, festivales,
actividades culturales en general.
Uno defiende la cultura cuando cree firmemente que ésta es
algo imprescindible para su desarrollo personal y, también, para la sociedad en
la que vive. Pero vivimos en un país en el que, por ejemplo, más del veinte por
ciento de los estudiantes de quince años confiesa tener serias dificultades
para la lectura; esto es: para leer y entender un texto. También tenemos un
índice de abandono escolar prematuro de casi un cuarenta por ciento. Estas
cifras son de las más altas de Europa. Pero, y ojo al dato, los estudiantes
cuyos padres tienen un nivel cultural más alto están más alejados de estos dos
porcentajes de los que hemos hablado que los sectores de la población menos
instruidos. Más datos relacionados con el nivel cultural en nuestro país: el
sesenta por ciento de la población declara que jamás lee libros. Un fenómeno este
fácil de entender: invertimos casi todo nuestro tiempo de ocio disponible sentados
delante de un televisor. Y así un ochenta y cinco por ciento de los
españoles ve la tele a diario. Hablamos de cuatro horas de consumo televisivo por persona
y día, un veinte por ciento más que hace veinte años. Esto significa que la
gran mayoría de los ciudadanos de este país se pasan dos meses al año viendo
televisión. Y eso que serios estudios médicos que demuestran ver más de horas
diarias de televisión es altamente perjudicial para la salud, reduciendo un par
de años nuestra esperanza de vida. Pero no conozco ninguna campaña sanitaria
que promueva el consumo televisivo responsable. Otro dato interesante: los
géneros más consumidos por los televidentes son el deportivo y las grandes
series, en ese orden. Algunos dirán que la televisión es cultura, pero, la
cultura en la televisión –entendida como género- brilla por su ausencia. Escasísimos
programas se centran en el mundo de la cultura: literatura, teatro,
arquitectura, artes visuales... En ese sentido la televisión no es un puente
para acercarnos al mundo de la cultura. Más bien todo lo contrario: sirve para
alejarnos de ella. Para finalizar: es interesante constatar que a mayor nivel
cultural de un ciudadano, menor es su consumo televisivo.
Ante este panorama es normal que a la mayoría de la gente se
la sople que cierren museos, teatros y bibliotecas. Y que con un consumo
cultural por habitante tan bajo, las industrias culturales, sin el apoyo de lo
público, se estén viniendo abajo.
