En nuestro día a día, tendemos a valorar el producto local en ámbitos como la gastronomía o la música. Reconocemos las cualidades de un queso elaborado a pocos kilómetros o de una banda que ensaya en el barrio. Sin embargo, cuando hablamos de arte contemporáneo, esa cercanía parece diluirse. A menudo, preferimos las referencias de fuera, sin ver que en nuestro entorno hay una comunidad artística que también merece atención.
¿Por qué es importante conocer el arte de nuestro contexto cercano? La respuesta está en la conexión que se genera al conocer a los artistas y sus procesos. Del mismo modo que entendemos mejor la historia de un plato cuando sabemos quién lo cocina y cómo lo elabora, la experiencia artística se enriquece al conocer a las personas detrás de las obras.
El gusto, en cualquier ámbito, se nos transmite por proximidad: desarrollamos nuestros primeros intereses gracias a lo que vemos en nuestros padres, profesores o amigos. La literatura se aprende con un buen maestro, y a apreciar la buena música nos enseña un amigo entusiasta. El arte contemporáneo no debería ser diferente: se contagia entre iguales.
El acceso a las personas que crean es fundamental. Escuchar a un artista hablar sobre su obra no debería ser una experiencia intimidante, sino cercana. Para lograrlo, es necesario que adopten un enfoque divulgativo y utilicen un lenguaje natural, como el que emplearían con sus colegas. La accesibilidad en el discurso es clave para que el arte contemporáneo deje de percibirse como un mundo ajeno. No es fácil, pero, al igual que científicos como Hawking han desempeñado una gran labor divulgativa, con el arte contemporáneo también es posible. Como decía Gauguin: “El público quiere entender y aprender en un solo día, en un solo minuto, lo que el artista ha pasado años aprendiendo”. Por eso, la figura del divulgador es esencial.
Ayer tuvimos un ejemplo claro de este acercamiento. En el Centro Cultural Montehermoso, de la mano de Zas Kultur, se realizó la primera entrevista de un ciclo de seis encuentros con artistas vinculados a nuestra ciudad. La artista Itzal García fue entrevistada por Jesús Ramírez en un formato periodístico poco habitual en el mundo del arte. Bajo el nombre "Interacciones", este ciclo busca desvelar lo que hay detrás de la obra, acercando al público a los artistas.
Y la actividad no se detiene ahí. El próximo jueves, en la Sala Amárica, comenzará otro ciclo dedicado al arte cercano, esta vez centrado en prácticas fotográficas, titulado "Reflex". Se trata de cuatro talleres teóricos donde cada artista explicará la “cocina” de sus trabajos. La primera fotógrafa en abrir este ciclo será Rocío López.
De esta manera, Zas Kultur abandona su sede en la Plaza de San Antón durante estos meses para conectar con otros espacios de la ciudad. Con su nuevo programa, “Zas Kanpoan”, busca extender su programación más allá de los límites de su sede habitual, tejiendo nuevas alianzas con otros espacios de arte contemporáneo.