"Señores, se acabó la mili". Con esta rotunda frase pronunciada un nueve de marzo de hace veinte años el entonces ministro de Defensa daba carpetazo al servicio militar obligatorio. Atrás quedaban tres largos siglos en los que se reclutaba forzosamente a parte de la población para que trabajaran por la patria. “Constituye título de honor para los españoles el servir a la Patria con las armas. Todos los españoles están obligados a prestar este servicio cuando sean llamados con arreglo a la Ley” podíamos leer en los franquistas “Fueros españoles”. Con la llegada de la democracia, el servicio militar obligatorio rebajó la condena: se redujo de dos años a nueve meses.
“A César lo que es de César…”, pero no podemos olvidar que
detrás de esta decisión se ocultaba una derrota: la presión social que se
ejercía desde hacía varios lustros por la sociedad civil para conseguir que el
gobierno diera su brazo a torcer era un candente hierro del que había que
desprenderse. La realidad era que la gran mayoría de la población española de
los años noventa era contraria a la mili. Y lo era porque movimientos sociales como
el de la insumisión, con un gran respaldo del mundo de la cultura –o de la
contracultura- provocaron la desobediencia civil de los más jóvenes y, lo que
es más importante, consiguieron concienciar a todo un país de que no se puede
obligar a la población a militarizarse.
La mili fue criticada, desprestigiada, vapuleada, por
innumerables artistas pertenecientes a diversos medios: música, cine, teatro, literatura,
cómic… Recordemos “Historias de la puta mili” de Ivá, cómic publicado en la
revista “El Jueves” en 1986. Fueron llevadas a teatro, cine y televisión. “El
jueves”, debido al éxito de esta serie, editó una publicación humorística
íntegramente dedicada a los reclutas: “Puta mili”. Revista que tuvo una vida de
más de 200 números y desapareció cuando el servicio militar obligatorio fue
abolido. En 1991, por estos lares, la revista de humor TMEO junto a la
publicación “Resiste” editaba un monográfico “Insumisión” en el que colaboraban
dibujantes del propio TMEO y de “El jueves”.
“Soldadito español” (1988) fue la primera película que
retrató el fenómeno de la insumisión en España: un joven, hijo y nieto de
militares, no quiere hacer “la mili” lo que provoca todo un cataclismo en su
familia. La novela “Morirás en Chafarinas” (1990), ambientada a finales de los años
setenta del siglo XX, habla del suicidio de reclutas y su iniciación en el
consumo de drogas. Desde el mundo de la música se publica “Grita Insumisión”
(1993), un doble casete con 57 canciones de grupos diferentes y acompañado de
un librillo de letras antimilitaristas… Podríamos seguir citando centenares de
trabajos de artistas que consiguieron espesar el caldo de cultivo para que la
mentalidad de la ciudadanía se tiñera de antimilitarismo. O de “anti mili
tarismo”. Un contundente ejemplo de que la cultura puede impulsar cambios
sociales.