Utopía era el nombre de una isla ficticia que contaba con un sistema político maravilloso. En Utopia no había pobres. La jornada laboral era de seis horas. Había libertad de culto. La formación era igualitaria para hombres y mujeres. Cada casa tenía un huerto…
“Utopía” es el libro en el que aparece esa paradisiaca ínsula.
Fue escrito por el político, humanista, escrito… inglés Tomás Moro a principios
del siglo XVI. En “Utopía”, tres amigos charlan sobre las particularidades de
ese territorio. Hablan de que sus leyes pueden servir como buen ejemplo para
otros países. Años después, el
absolutista Enrique VIII le cortó a Moro sus sueños utópicos de cuajo, pues le
mandó decapitar.
“Utopía”, por contraste, no dejaba de desvelar lo injusto
que era el mundo. Es una obra irónica. El mismo significado de la palabra “utopía” manifiesta el sarcasmo de
su enfoque: en griego clásico, “no-lugar”. “Utopía” debe de ser entendida como una
broma literaria que le sirvió a su autor para, amparado por la ficción, poner
el foco en las equivocadas prácticas legales de su época. “Utopía” supuso una
revolución en su época. Y en siglos venideros Tomás Moro sería considerado un
visionario. El filósofo nos legó el inestimable término “utopía” que
actualmente traducimos como “proyecto deseable, pero irrealizable”.
Erróneamente pues algunas de las ideas que Moro desarrollaba en “Utopía” se
cumplieron. Luego no debemos pensar que todas las utopías son quiméricas.
Aunque la realidad va en esa dirección: en estos tiempos, toda posible idea
social, política, económica… positiva es descartada por utópica. Incluso los
mundos futuros imaginados por nuestra cultura en las obras de ficción no
esbozan sociedades felices, justas, perfectas. El grueso de nuestras futuristas
películas, novelas… describen futuros desoladores para la humanidad y nuestro
planeta. Estamos apostando por la distopía y descartamos la humanista utopía. La
distopía es una “utopía negativa”. Es decir: la distopía destruye a la
utopía. La cuestión es: ¿si no
imaginamos un mundo más justo que el actual como va a ser posible que la mejora
se produzca? Tenemos que tener presente
que la ficción siempre incide en la construcción de la realidad. Una predicción
distópica no deja de ser una “profecía autocumplida”. El sociólogo William I.
Thomas planteaba el siguiente teorema: “Si los individuos definen las
situaciones como reales, son reales en sus consecuencias.” Debemos, por lo
tanto, generar utopías y descartar las distopías. Debemos recuperar para ellos,
las utopías de nuestros antepasados.
La iniciativa “Inmersiones” de este año -el congreso de
artistas emergentes de Euskal Herria que se celebra desde el año 2008 en
Gasteiz- versa sobre las artes utópicas o adivinatorias. “Inmersiones” pretende
acercarse al territorio en el que el arte y la predicción nos ofrecen la
posibilidad de recuperar ciertas predicciones o elaborar otras. Bienvenida, por
lo tanto esta nueva edición de esta señera iniciativa.