Ayer en el espacio cultural –y alternativo- Zas Kultur, el
compositor afincado en Gasteiz Bingen Mendizabal nos hablaba de la música como
un arte que ordena los sonidos para transmitir ideas, sensaciones. Partía de
una reciente creación suya “La sinfonía Vitoria- Gasteiz”. Una composición
musical que se estrenó el pasado mayo en el Teatro Principal de nuestra capital
como colofón a los actos organizados con motivo del 50 aniversario de la
Fundación San Prudencio. En su día el artista ya explicó a la ciudadanía
alavesa, por medio de una rueda de prensa, parte del proceso de concepción y creación
de la pieza musical. Pieza en la que, además del propio Mendizabal, colaboraron
otros músicos “Made in Álava” como Ruper Ordorika, componiendo la letra de la
parte coral, y Kike Suárez pergeñando los elementos de electroacústica. Pero
ayer, el compositor presentaba su trabajo de una manera más cercana, directa,
al público asistente. Algunos de ellos, artistas, músicos… de Gasteiz,
estableciéndose así entre ellos un debate muy nutritivo.
Enmarcada también en los actos conmemorativos organizados
con motivo del medio siglo de la Fundación, el Antiguo Depósito de Aguas acogía
el marzo pasado una exposición que resumía las cinco décadas de actividad de
dicha institución. Antonio Rivera, Altarriba
y el escenógrafo Jose Ibarrola se encargaron del diseño de la muestra que venía
acompañada con la edición de un cómic realizado por el dibujante gasteiztarra Mauro
Entrialgo cuyos ejemplares se obsequiaban a los visitantes de la muestra.
Lo que hay que subrayar, poner en negrita y mayúsculas es lo
siguiente: es muy de agradecer que la Fundación San Prudencio contara con la
presencia de artistas alaveses para celebrar su aniversario. Constatando así
que en materia de producción de arte no nos hace falta importar talentos. Ya
los tenemos. Pero también deberíamos dedicarnos a propiciar que nazcan nuevos.
Cuestión ésta, que, como ya hemos comentado en otras muchas ocasiones, no es
prioritaria para nuestros representantes políticos locales. Ahí queda en el
olvido, por ejemplo, el proyecto de Urtaran que prometía en su anterior
legislatura poner en marcha un espacio de creación para artistas. “El antiguo
colegio Ignacio Aldecoa de Arana será un centro de creación cultural”, leíamos
en 2015 en los periódicos. “El gabinete de Gorka Urtaran pretende convertir al
abandonado colegio del barrio de Arana Ignacio Aldecoa en un epicentro de la
ciudad con su nueva función de Centro Kultura Eratzen como referente en la
búsqueda del talento y la creación en cualquiera de los ámbitos o disciplinas
artísticas o culturales”, continuábamos leyendo. Por no hablar del malogrado
proyecto de producción de arte liderado por la otrora Caja Vital, llamado Krea,
del que también hemos escrito en diversas ocasiones. En resumen: a nuestras
instituciones el arte de cuño local se las trae al pairo. Podríamos componer
una sinfonía sobre esta realidad. Compuesta no por sonidos sino por silencios.