Álava es una provincia que sufre de una despoblación en sus
zonas rurales, cuando menos, preocupante. La ciudad de Vitoria-Gasteiz, es como
un agujero negro que recoge al ochenta por ciento del tejido humano de Álava. Tres
de cada cuatro habitantes residen en la capital. Y así, de los cincuenta y uno
municipios que componen la provincia doce de ellos cuentan con menos de cien
almas.
Álava ha ido perdiendo numerosos pueblos con el transcurrir
de los tiempos. Así por ejemplo, un inventario realizado en los años ochenta
recogía ciento veintiocho despoblados solamente en la llanada alavesa. La
mayoría de estos pueblos fantasma se reconocen por la existencia de “ermitas
testigo”, últimos guardianes silenciosos de la memoria de estas aldeas. En
cualquier caso, son más de un centenar las iglesias desaparecidas a lo largo de
los siglos XIX y XX. Incluso algunas de las existentes se encuentran ahora
mismo en estado catatónico. Sería fundamental velar por detener esa sangría de
nuestro patrimonio. Obviamente, dichas ermitas son propiedad de la Iglesia.
Pero cuando dejan de operar para el culto cristiano, dicha institución se
desentiende de ellas. En ese sentido, nuestra diputación tiene un convenio anual
con el Obispado para intentar conservar y restaurar cierto patrimonio de
interés en vías de desaparición. Pero no es suficiente.
La Asociación Hispania Nostra es una organización sin ánimo
de lucro que desde 1976 lucha por preservar y defender nuestro patrimonio.
Entre otras cuestiones, se encarga de la gestión de las candidaturas españolas
a los Premios Europa Nostra, premios de recuperación del patrimonio cultural europeo.
Recordemos que nuestro territorio ha sido premiado en varias ocasiones; el
Casco Medieval vitoriano (1982), restauración de la catedral (2002),
recuperación de las murallas del Casco Viejo (2010) y el valle salado de Añana
(2015). Pero también tiene un listado, la “Lista Roja del Patrimonio”, que visibiliza
aquellos elementos de nuestro patrimonio “que se encuentren sometidos a riesgo
de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores, al objeto de
darlos a conocer y lograr su consolidación o restauración”. La iglesia alavesa de
San Esteban, situada en el pueblo abandonado de Ribera, dentro del Parque
Natural de Valderejo, aparece en dicha lista. Es el único edificio del pueblo
que se mantiene en pie. Pero a duras penas: la iglesia se encuentra abandonada
y cubierta de vegetación, sujeta a un deterioro progresivo, al expolio y
vandalismo. En el interior de la iglesia hay pinturas, frescos góticos, muy
singulares descubiertos en 1981 cuando hacía ya una década que el pueblo de
Ribera se había quedado vacío. En 1983 se llevaron a cabo trabajos de limpieza,
consolidación y protección. En 1993 fueron hallados nuevos murales. En 2005 se
realizó un estudio sobre la rehabilitación y restauración a cargo de la UPV que
duerme el sueño de los justos. Esperemos, deseamos, que despierte.