La palabra del año: posverdad. El neologismo nace a raíz de
una editorial publicada en The Economist que hablaba, por entonces, del futuro
presidente americano en estos términos: "Donald Trump es el máximo
exponente de la política 'posverdad', (...) una confianza en afirmaciones que
se 'sienten verdad' pero no se apoyan en la realidad”. La posverdad,
resumiendo, es una mentira aceptada como verdad. Y si Trump obtuvo la
presidencia tirando de ese recurso, ¿por qué no recurrirían ahí él todos y cada
uno de los estamentos políticos del mundo? ¿Quizá por escrúpulos? Pues,
obviamente, no es legítimo engañar a la ciudadanía para conseguir parcelas de
poder o para perpetuarse en ellas..
Estos días hemos podido leer en la prensa local como la diputada
de cultura defendía a bombo y platillo sus presuntas actuaciones realizadas
bajo el paraguas del Plan Estratégico de Cultura. Un nuevo instrumento que
empezó a tomar forma al comienzo de la actual legislatura y que, a un año de
que ésta finalice, ha sido -y es- puro humo. Un plan pensado para reactivar,
resetear, una maltrecha cultura local que, a fecha de hoy, sigue en el mismo
estado en el que se hallaba antes de la puesta en marcha de dicho plan. Pues
después de tres años de “vender” Plan Estratégico, ¿cuáles han sido los
resultados? Se nos decía que íbamos a asistir a “un antes y un después” de
nuestra Cultura después de implementarse dicho Plan. Pero los resultados, los
hechos, son desesperanzadores. Hemos visto actuaciones, algunas, que antes se
realizaban fuera del Plan ahora integradas en él. Desvestir a un santo para
vestir a otro. De las 24 acciones proyectadas para el pasado año, ninguna se ha
ejecutado, como ya recordamos hace unas semanas desde este mismo espacio.
La diputada y su “posverdad” ocupando las páginas de los diarios: que están en
ello, que piensan mucho en la cultura local… Incluso presentaba ante la opinión
pública el diseño de un nuevo logotipo para el Plan. Nuevo envoltorio para
empaquetar… la nada. Como una caja de regalo sin regalo. La Diputada comentaba
que el próximo equipo de gobierno ya se encargará de asumir el relevo para
desarrollar aún más la tan importante herramienta creada. Que lo substancial no
es la batería de actuaciones, sino la propia herramienta en sí. Queda claro que
la diputada escurre el bulto para pasarle la patata caliente al próximo equipo
de gobierno.
La política cultural de nuestra diputación está quedando día
a día más clara. Quieren que los artistas tiren los pinceles y se pongan a hacer
algo de provecho. Es decir, algo que dé dinero: programar videojuegos, por
ejemplo. Y así nuestro territorio acogerá este verano el primer campus mundial
de ciertos videojuegos. Seis equipos internacionales, integrados por un máximo
de tres personas, desarrollarán en el Museo Artium proyectos top durante un
periodo de tres meses. Todo ello costeado por el Departamento vasco de Cultura,
La Diputación foral de Álava y del Ayuntamiento de Vitoria. Y fuera del Plan.