Anualmente la fundación Contemporánea elabora un informe con
los hitos culturales del año anterior. No deja de ser algo similar a “los
cuarenta principales” trasladados al terreno de las artes. Un ranking de las
ciudades y comunidades ordenado según el monto e impacto de ofertas en esta
materia. A través de un cuestionario que se envía a casi un millar de
especialistas y expertos, se quiere evaluar el latido cultural de los diversos
territorios del Estado. Y así, según este estudio, el Museo
Artium encabeza, junto con el Guggenheim, el latido más fuerte en Euskadi el
pasado 2017. Más allá de creerse a raja tabla este informe -que toma en
consideración también la evolución de los presupuestos anuales de las
instituciones culturales y la huella de la cultura en los medios de
comunicación-, sí que es de rigor reconocer que el trabajo de Artium no cae en
saco roto más allá de los altos muros de nuestra ciudad. A pesar de los
importantes recortes que ha sufrido desde su apertura, contra viento y marea
muchas de las propuestas del buque insignia de la cultura alavesa sorprenden
por su riesgo y rigor, sin dejarse arrastrar por los fuertes vientos de
frivolidad que como un cáncer están minando los ecosistemas culturales de gran
parte del mundo.
Y así, estos días, podemos visitar la neurálgica propuesta
del artista vitoriano Francisco Ruiz de Infante y de la coreógrafa asturiana Olga
Mesa titulada "Carmen // Shakespeare. Presagios del deseo”. Los dos creadores
empezaron a trabajar codo a codo en 2006 en Estrasburgo, en el contexto de un
taller creativo. De aquel encuentro nació este montaje intencionadamente
laberíntico –como las neblinas y desórdenes del estremecimiento amoroso–
conformado por las diversas instalaciones y videoinstalaciones que inundan más de
1.500 metros cuadrados de Artium. Un trabajo que se nos presenta como una especie de obra de arte
total, incitando al espectador a sumergirse en un estado de desasosiego
permanente mientras deambula por la inmensa instalación. Un diálogo y una
confrontación entre dos artistas –un hombre y una mujer- que surgen a partir de
los dos personajes –también hombre y mujer- reflejados en su título: Carmen y
Shakespeare. La muestra nos presenta, en resumen, la pasión contenida en la
ópera Carmen de Bizet entrelazándose con los sonetos de amor de Shakespeare.
La inquietante exposición no deja de ser un viaje iniciático
pues los diversos espacios, imágenes, textos, proyecciones, instrumentos, sonidos,
objetos… nos obligan a deslizarnos por las
tripas de un “laberinto de cacharrerías” preguntándonos que está
sucediendo ahí.
Si el amor tiene mucho de locura, la experiencia que vamos a
vivir en Artium adentrándonos en esta mestiza muestra parece el fruto de la
locura también. Locura que, como el amor, no debe asustarnos, pues que no deja
de ser una ruptura de nuestros límites, un exilio de nuestra normalidad
cotidiana.